Por qué adaptar tu identidad corporativa
La necesidad de un cambio de identidad corporativa está llevando a numerosas empresas a contactar con una agencia de branding para que les ayude a establecer una nueva estrategia de marca empezando por una renovación de su identidad corporativa y un brandbook actual que recoja la historia, personalidad y represente el futuro de la marca. Lo que entenderíamos por una estrategia de rebranding.
En algunas ocasiones, un cambio así requiere replantearnos un nuevo enfoque en cómo se denomina esta marca y nos llevaría a buscar un nuevo término y simbología, lo que entenderíamos por “naming”. En los casos en los que consideramos que la antigua denominación es caduca, no representa el espíritu actual de la empresa o simplemente porque su terminología es común, genérica y nos dificulta su registro oficial o trabajar de manera efectiva su posicionamiento en internet.
Para otras muchas empresas, su objetivo es buscar el adaptar el estilo y diseño gráfico de la marca al contexto actual. Ya no solo es necesario dar con una imagen actual, cuyo logotipo sea profesional y que evoque los valores de la marca. Sino también conseguir una diferenciación de la competencia y que la identidad sea memorable para el público.
La clave para un buen rebranding
Desde pequeñas empresas hasta grandes multinacionales, todas en algún momento u otro han tenido que replantearse cómo querían que el público las reconociera. Desde cambios discretos y sencillos que consisten en pulir ciertos detalles o en la búsqueda de una simplificación del logo; a nuevas propuestas más radicales, cuyo objetivo es romper totalmente con el pasado de la marca. Pero todas cuyos cambios han sido un éxito, ha sido gracias a la coherencia en cómo han ejecutado ese cambio.
Una buena estrategia de comunicación y un buen trabajo de identidad de marca son los pilares fundamentales para ese éxito en un proyecto de rebranding. Lo primero de todo tenemos que tener claro qué objetivos de comunicación nuestra identidad busca y conocer cómo es nuestro público objetivo o target. Así como conocer y entender cómo es nuestra empresa, nuestra forma de entender el producto y servicio y el valor diferenciador que aportamos.
Tenemos que tener muy claro cómo es la personalidad de nuestra marca para poder materializarla gráficamente en un símbolo corporativo. Que de manera sutil y efectiva connote todos esos valores. Y no solo cómo es ese imagotipo, logotipo o anagrama. Sino también cómo interactúa en los diferentes soportes físicos o digitales de la marca. Igual de importante es su forma como el uso que hacemos de ella en cada espacio en la que interactúa con el público.
El brandbook
Aquí es donde el brandbook y el manual de identidad corporativa se convierte en la biblia de la marca. Es la guía que nos orienta y dicta cómo debe presentarse nuestra marca y con la que cualquier profesional que la tenga en sus manos, pueda desarrollar eficazmente piezas gráficas corporativas, creatividades publicitarias, etc.
Entre las principales directrices que podemos encontrar en un manual profesional de marca son: La construcción y versiones del logo, su adaptación a diferentes fondos, los colores y sus perfiles de color CMYK, RGB y PANTONE. Además de las tipografías de uso, la tipología de imágenes asociadas a la marca, su maquetación, escalado, patterns y símbolos o iconografía. Sin olvidar los usos incorrectos en los que el diseñador no debe caer cuando trabaje la marca.
¿Has pensado alguna vez si tu marca necesita un replanteamiento que la sitúe en el presente? ¿Crees necesario establecer una estrategia de rebranding para conseguir relanzar tu imagen de marca? Lo primero que tienes que hacer es preguntarte cómo quieres que se perciba tu marca.